domingo, 14 de noviembre de 2010

Conciliación entre Radio Arrebato y Telperión

 

 

El programa Telperion continuará todos los miércoles, a las 20.00, en la parrilla de Radio Arrebato

Tras un correo enviado al resto de integrantes de esta emisora en el día de hoy por los responsables del programa Telperion pidiendo disculpas y asumiendo su parte de responsabilidad, la Dirección de Radio Arrebato ha decidido esta tarde ofrecer a dicho programa dejar sin efecto la cancelación de su espacio semanal de los miércoles, tomada el pasado jueves tras las graves discrepancias entre los responsables de Telperion y la Dirección de Radio Arrebato. Por el presente comunicado queremos pedir disculpas a aquellos oyentes que durante estos días se hayan podido sentir molestos por algún comentario o respuesta a los correos recibidos en las últimas horas.


Señores de Radio Arrebato, 
Les escribo para transmitirles mi alegría y enhorabuena por haber aceptado de buen grado las disculpas de Telperion, instaurando así de nuevo su participación en la radio como hasta ahora. En realidad es un gesto que de seguro provocará numerosas reacciones positivas entre todos los oyentes habituales de tal espacio.

Un saludo

jueves, 11 de noviembre de 2010

Mail contra el cierre de Radio Telperion


Señores de Radio Arrebato, quisiera expresarles mi completa repulsa a tan ominoso comportamiento, so pena, y como consecuencia, de una mala actuación por parte de alguien de su propio seno,para más Inri, que dicen los cristianos.

Poco puedo decir yo que no se haya dicho ya, y sé de sobra que me ignorarán como a otros tantos que me han precedido, pero sí les rogaría que no me enviaran ese mail-tipo en el que ya sé lo que se dice, y dicho sea de paso, me parece bastante protocolario, partidista y poco sensato.

Para finalizar y haciendo alusión a comentarios vertidos en el mencionado mail-tipo, me consta que en Telperion no gastan mala fé ni hacen gala de cosas que no son, por lo que si su responsable técnico ha sufrido el horror de soportar tales "frases tan denigratorias" (vamos, que habrán tenido que agarrarlo para que no salte de la cornisa), muy probablemente sea porque las merece.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Desarchivando: Ella

Incontables veces la he rechazado, he huido de su abrazo, de su calor. Jamás me lo reprochó. En lugar de ello, lejos del rencor, tras cada abandono me ha recibido con dosis remozadas de cariño.

Hoy, después de mi último abandono, me juro y perjuro que no volverá a suceder aunque sé que volveré a rechazarla y que ella me perdonará; y sé que este ejercicio de imperfección ya perpetuado, volverá a saturar mi estabilidad mental en un tedio cíclico de imprevisibles repercusiones.

Hoy vuelvo a ella con fuerzas renovadas, ansiando su compañía y a la espera de que su dulce voz devuelva a la vida a este pobre desgraciado que no sabe vivir sin ella. A este ser pusilánime que olvida con frecuencia que sin ella mi vida hubiera acabado ominosamente tiempo atrás. Así pues amanece un nuevo día y mis manos vuelven a desear el roce de su piel. Deseo impregnarme de nuevo de su perfume y establecer esa relación biunívoca que certifica la simbiosis que en realidad nos une.

Gracias a ella he conocido mis mejores glorias. Es en su compañía cuando he sacado lo mejor de mí, lo único que realmente ha merecido la pena de todo cuanto he podido hacer.

Ella fue testigo de mis caídas, mis humillaciones y mis más profundas crisis. Me dio apoyo cuando el mundo se hundía bajo mis pies y cada vez que mis propios gritos amenazaban con ensordecerme. Cuando la desesperación me convertía en un ser abominable ella estaba allí para salvar mi espíritu, para rescatar de entre los escombros de mi mente mi concepto de autodefinición. La única que creyó en mí cuando lo único que yo podía hacer era aborrecerme.

Originalmente publicado el 7 de abril de 2007

Pd: Nunca mejor que ahora para resucitar este texto, pues alberga más razón de la que jamás pensé que pudiera tener. I'm back.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Desarchivando: Servicio de atención al cliente


En muchas ocasiones se han criticado estos servicios llamados a menudo de “desatención al cliente”, y con razón. Por suerte o desgracia me vi trabajando en uno de estos servicios durante casi dos años, y aluciné mucho más de para lo que estaba preparado. Ingenuo yo, creía que lo de atención al cliente iba en serio y el desengaño fue llegando paulatinamente por el curso de los acontecimientos.

Como en muchos trabajos antes de empezar, recibí una formación, pero sucede que en muchas ocasiones estas formaciones vienen a tener el mismo propósito que las prácticas de conducir, que no es enseñarte a conducir si no a circular. La verdadera formación, el verdadero aprendizaje, viene con el rodamiento diario que no es otra cosa que una asimilación progresiva y paulatina de conocimientos y automatismos.

Al principio de desempeñar esta labor me esforcé con denuedo por hacer lo que consideraba correcto. Cuando coges el teléfono nunca sabes lo que te va a tocar, y menos al principio, por lo que cada llamada es un generador de inseguridad y dudas en las respuestas. Producto de esto y viendo que algunos de mis compañeros que llevaban varios años en aquel trabajo daban respuestas sensiblemente diferentes a lo que yo había creído aprender en la formación, me decidí a constatar cada información dudosa con alguno de mis supervisores. Podemos decir que recurría con frecuencia a este contraste y sucedió que en el momento de la renovación de mi contrato CDD, me dijeron que no sería de un CDI como para el resto de compañeros que entraron conmigo, sino que sería otro CDD de prueba ya que mi evolución no había sido la esperada. Según la argumentación de mi supervisora el hecho de preguntar tanto evidenciaba que tenía demasiadas lagunas de conocimientos en comparación con mis compañeros y que debía mejorar ese aspecto de cara a una posible renovación posterior. Yo me quedé perplejo. La argumentación me cogió tan de sorpresa que todas mis sinapsis se quedaron bloqueadas.

Tras aquella entrevista y haber recuperado la total funcionalidad de mi materia gris, reflexioné intensamente sobre aquello. Me afectó, y más aún, me afectaba que me afectase. Aquel trabajo no me interesaba para nada. No era acorde con mis estudios y no era de vital importancia continuar trabajando en aquello. Pero mi orgullo había sido herido, se me había hecho pasar por un imbécil y ni siquiera fui capaz de alzar una palabra en mi defensa, lo cual me acercaba más aun al genuino concepto de la estupidez, que en definitiva era lo que más jodía. Mientras pensaba todo aquello en soledad, más me enfadaba conmigo mismo por mi discapacidad anterior, por no haberle vomitado todo lo que pensaba a aquella persona y haberle dicho claramente: ¿Se dan cuenta de que me están castigando por tratar de hacer bien mi trabajo?, ¿Llega a parecerle normal o simplemente se queda en el absurdo?
Bonita prenda le soltaría en este presente, vamos.

De modo que me tenías allí, preocupándome por cada respuesta dada, cerciorándome de si estaba haciendo lo correcto y cuestionándome una y otra vez si estaba dando la imagen esperada, en vez de hacer como algunos compañeros que en ocasiones daban respuestas desfasadas o simplemente incorrectas; y como reconocimiento a ello obtuve una patada en las pelotas y una argumentación de quinceañero pajillero para deglutirlo. Lejos de criticar fácilmente a esta persona, me centraré en el quid del asunto, en la moraleja de este cuento sarcástico que me hizo comprender mi cometido en aquel lugar: Comprendí que yo no estaba allí para prestar atención ninguna al cliente sino que para responder al teléfono y punto; para corresponder con un cuadro de objetivos específicos como atender 5.1 llamadas por hora, con un tiempo de tratamiento de llamada inferior a 6.30 minutos, un tiempo de descuelgue inferior a 9 segundos y otras muchos factores que me sumergían en un mundo de estadísticas, frío y solitario, desde donde los gritos de aquellos que solicitaban atención, ajenos a tanta parametrización, quedaban ahogados tras un muro de números y de supuesta profesionalidad.

Originalmente publicada el 2 de abril de 2007